Reputaciones..
Estados físicos..
Creencias..
Imágenes mentales..
Estatus social..
Objetos..
Rutinas..
Amistades..
Y la cuenta sigue.
Nos esforzamos mucho por sostener todo eso, porque una parte
de nosotros cree que eso es lo que somos.
¡Nos engañamos una y otra vez! Y nos aterra darnos cuenta.
Pero la vida es hermosa, y su mecanismo es tan perfecto, que
incluso ese proceso de sobrexisgencia tiene su perfección. Pues, algunos
necesitamos llegar hasta el cansancio más extremo para descubrir “la verdad de la
milanesa” y entregarnos por completo a lo que es.
Lo que más me enamora del Ashtanga Yoga, es que cada postura
nos muestra algo diferente cada día, aunque la serie sea la misma en cada
práctica. Esto es así simplemente porque nosotros no somos nunca iguales en
cada asana y a medida que vamos removiendo los obstáculos de la mente, el
cuerpo habla y los mensajes atraviesan todas las barreras para desnudarse ante
nuestra presencia.
Con el cuerpo firme y la mente tranquila podemos sostener las
posturas de una manera más controlada. Cuando nuestros pies están menos
enraizados y la mente danza sin cesar, mantener la serie con Ujjayi
(respiración con sonido), Dristis (puntos donde posamos la mirada) y bandhas (cierres
energéticos que hacemos físicamente) es todo un desafío. Y así vemos que nuestra naturaleza es tan
maravillosa que no es necesario mantener ninguna de las situaciones “controladas”,
porque nuestro verdadero propósito en abrirnos a las experiencias del presente.
Creo que somos seres espirituales viviendo una experiencia
humana, y vinimos a sentir. Entonces, cuando nos cueste respirar (durante una
clase de yoga, los momentos previos a un examen, al recibir una noticia
inesperada, ante el dolor) recordemos que somos mucho más que lo material, y que
cuando elegimos nuestra vida, queríamos abrirnos a sentir toda la energía que
está apareciendo en nosotros en este preciso momento.
Así que..respira.
~ Jesica Fussoni
~ Jesica Fussoni
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